lunes, 12 de noviembre de 2007




Las flores

Las flores no respiran.
Un soplo vagabundo
les arrebata su aroma al pasar,

y ese suspiro no pidió nunca un gracias para
ellas a los inviernos destructores

Cuando la vida nos entorna sus puertas,

las plantas son nuestras hermanas,

y entonces comprendemos el cerrado sueño de las rosas

y sus vagas dulzuras.

Y, sin embargo, ¡tiene tanta ternura

la belleza de las flores! ¿Será posible

que no tengan amor? ¿No las ves cómo

se tienden al calor y se vuelven hacia la luz?


La planta, resignada,

ama el lugar en que su pie descansa,

y bendice el camino, feliz por abrirse

a todo lo que la acaricia,

y por perfumar la mano;

por hacer una visita intercambiando un sueño

en alas del aire mensajero, y por ofrecer llorando

lo mejor de su savia a un amante versátil;

por decir: «Tómame: yo la haré más bonita,

niña que puedes correr; en tus mano podré viajar,

aunque haya de morir después.

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